Chihuahua y sus cinco espectaculares Pueblos Mágicos

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Chihuahua y sus cinco espectaculares Pueblos Mágicos

 

Por su maravillosa ubicación geográfica, su riqueza histórica y múltiples servicios turísticos para todos los presupuestos, los Pueblos Mágicos de Chihuahua son un tesoro para descubrir.

 

La diversidad de actividades que ofrecen los Pueblos Mágicos de Chihuahua los hacen ideales para un viaje en familia, en pareja o con amigos. Todos tienen atractivos y elementos emblemáticos que los convierten en destinos inigualables. Conoce qué es lo que distingue a cada uno de estos magníficos lugares.

 

Batopilas

Desde Creel, lleva al menos 3 horas llegar a Batopilas a través de una carretera pavimentada que serpentea hasta el fondo de una de las barrancas más profundas de la Sierra Madre.

 

Para llegar hasta este Pueblo Mágico hay que bajar del Ferrocarril Chihuahua al Pacífico en Estación Creel. Aventurarse a conocer las entrañas de las Barrancas del Cobre tiene su recompensa: desde una altura promedio de 2,300 metros sobre el nivel del mar, se desciende hasta menos de 500 metros sobre el nivel del mar para encontrar un clima envidiable, con flora y fauna tropicales, y un pueblo sencillamente encantador.

 

¿Qué fue lo que atrajo la población hasta este hermoso rincón de la Sierra Madre? En 1704, se hizo un descubrimiento crucial: un significativo yacimiento de plata emergió a las orillas del río, dando lugar al nacimiento de Batopilas, cuyo nombre en lengua rarámuri significa río encajonado. Durante su apogeo, esta localidad llegó a albergar a 10 mil habitantes.

 

Hacia finales de 1880, Alexander Shepherd arribó a la región, introduciendo la electricidad y posibilitando la extracción de una mayor cantidad de minerales. Esta prosperidad continuó hasta poco antes de 1910, cuando estalló la Revolución Mexicana. A partir de ese momento, el pueblo y los pocos residentes restantes quedaron aislados, durante los siguientes 70 años.

 

En 2012, con la designación y consecuente promoción como Pueblo Mágico, este hermoso lugar experimentó un notable aumento en el número de visitantes. Este tesoro de la Sierra Madre se destaca no solo por su impresionante entorno, sino también por la calidez y amabilidad de sus habitantes. Las antiguas casonas fueron convertidas en hoteles boutique, se abrieron restaurantes y otros servicios base para transformar la rica veta de su pasado minero en una industria basada en la hospitalidad. ¿Te atreverías a descubrirlo?

 

Creel

Las vías del ferrocarril Chihuahua al Pacífico llegaron en 1907 a esta meseta con 2,300 metros de altitud. Alrededor de la estación, empezó a crecer el comercio y conforme se fue explorando el entorno, se descubrieron en sus alrededores bellezas naturales extraordinarias; el resto es historia.

 

Creel se convirtió en la puerta de entrada y base para conocer los secretos de las Barrancas del Cobre y de sus habitantes naturales, la nación de los Rarámuri. Los hoteles y demás servicios turísticos han crecido y sus guías se han especializado en los segmentos de naturaleza, aventura, rural y deportivo. 

 

El hermoso entorno que rodea a Creel ha funcionado también para mostrar a los visitantes las formas de vida de los Rarámuri que siguen preservando sus usos y costumbres ancestrales. En Creel se ofrecen en las numerosas tiendas de artesanías bellas cestas tejidas con palmilla; textiles como cintos, rebozos y bolsas; tallas de madera, muñecas vestidas de manera tradicional rarámuri, vasijas de barro, collares y pulseras, además de la famosa cerámica de los alfareros de Mata Ortiz.

 

La magia de Creel se manifiesta en la cotidianidad, ahí se concentran la mayor cantidad de servicios turísticos de la zona, la variedad de opciones y recorridos le permitirán explorar antiguas misiones como la de Cusárare; caprichosas formaciones rocosas esculpidas por el viento y los siglos en los valles de los Monjes, de las Ranas y de Los Hongos. Cascadas como Basaseachi y Cusárare, y el Parque de Aventura ubicado en estación Divisadero, a solo una hora de distancia.

 

Llegar a Creel es muy sencillo, desde la ciudad de Chihuahua se hacen solo 3 horas y media en auto y un poco más de 5 horas si desea utilizar el ferrocarril Chepe. Disfruta de Creel, que en cada estación del año te sorprenderá. 

 

Guachochi

Continuando más hacia el sur por un poco más de 3 horas, por la carretera que conecta a Creel con Guachochi, habrá que hacer unas paradas en el camino, pues hay miradores espectaculares brindan la oportunidad de tomar fotos impresionantes.

 

En Guachochi están dos de las más espectaculares barrancas de la Sierra Tarahumara, la Sinforosa, conocida también como la reina de las barrancas, y las cumbres de Wuérachi. En Guachochi hay una gran concentración de pobladores originarios. Asegúrate de visitar el pueblo Misional de Norogachi; en este sitio, los rarámuris danzan en el atrio de la antigua misión en Semana Santa y en fechas como el día de la Virgen de Guadalupe y el día de la Virgen del Pilar, ataviados con sus coloridos trajes de matachines, ya que la danza es su muy particular forma de orar.

 

Por 19 años, cada mes de julio, en Guachochi se ha celebrado el Ultra Maratón de los Cañones, uno de los eventos más sobresalientes del Festival Internacional de Turismo de Aventura.

 

En estos eventos se miden atletas de alto rendimiento provenientes de distintas naciones en una carrera con muy alto grado de dificultad ya que desciende 1,500 metros hasta el fondo de la Barranca de Sinforosa, en una competencia de 100 kilómetros. Los rarámuris se alzan en un 90% con los primeros lugares, hay distintas categorías y distancias de 63, 21 y 10 kilómetros; en estas competencias sobresalen también las mujeres rarámuris.

 

Inclusive Netflix hizo un documental resaltando las hazañas de Lorena Ramírez, una corredora nativa de Guachochi que ha competido triunfante en España, Canadá, Japón, Estados Unidos y otras regiones de México.  Si eres aficionado a las carreras pedestres, o conoces a alguien a quien le interese este deporte, atrévanse a participar. Un periodista se refirió a este evento muy acertadamente como “donde los hombres se convierten en dioses”.

 

Casas Grandes, la Antigua Paquimé

La ciudad ancestral de Paquimé tiene una rica historia que se remonta a varios siglos. Fue el epicentro del intercambio cultural entre las civilizaciones precolombinas del sur de México y del sur de los Estados Unidos. A partir del siglo XVI, cuando los primeros conquistadores llegaron a la región, relatos indican que descubrieron vestigios de una metrópolis que contaba con elaborados sistemas de acequias que proporcionaban agua tanto fría como caliente a las viviendas. Se hallaron pruebas incluso de la existencia de un salón destinado a la crianza de guacamayas, cuyo colorido plumaje era altamente valorado por los habitantes locales. Los conquistadores quedaron impresionados al sugerir que la antigua ciudad, ya en ruinas, parecía haber sido trazada por manos romanas.

 

Esta ciudad milenaria ha sido reconocida por la UNESCO como Patrimonio Cultural de la Humanidad y, más recientemente, obtuvo el título de Pueblo Mágico. Visitar la zona y el Museo de las Culturas del Norte, que se encuentra anexo al sitio arqueológico, es una experiencia imperdible.

 

Otro imperdible en este viaje es explorar el pueblo de Alfareros de Mata Ortiz, situado a escasos 20 minutos de Casas Grandes, donde se encuentra un auténtico tesoro. Hace 60 años, el aún joven, recientemente finado, Juan Quezada Celado, distinguido con el Premio Nacional de Ciencias y Artes, redescubrió la ancestral técnica de cerámica utilizada por los habitantes de Paquimé. Todo el proceso se realiza de la misma manera que hace siglos: las pinturas que adornan las piezas son de origen vegetal o mineral, y el barro se obtiene de las sierras cercanas.

 

Gracias a las enseñanzas de Juan Quezada, cada familia, que anteriormente solo tenían la opción de ser agricultores o ganaderos para autoconsumo, ahora se dedican a la elaboración de cerámica.  Estas familias crean y venden piezas tan exquisitas que han alcanzado reconocimiento internacional.  La visita a este pueblo le revelará no solo la maestría artesanal de sus habitantes, sino también la transformación de sus vidas a través de la preservación y revitalización de esta antigua tradición.  Están invitados a conocer de cerca este milagro.

 

Hidalgo del Parral

Las grandes riquezas obtenidas del subsuelo se muestran en sus hermosas mansiones, iglesias, templos, y plazas. Los golpes de fortuna sucedieron a lo largo de siglos. La mina La Negrita produjo plata por más de 300 años. Su título de Capital del Mundo de la Plata otorgado por el Rey de España no fue casualidad. También fue Capital de la Nueva Vizcaya. Es zona de monumentos protegidos y sus habitantes resguardan celosamente sus historias, leyendas, tradiciones y el encanto de un pueblo minero.

 

Año con año, alrededor del aniversario luctuoso del General Francisco Villa, se celebran las Jornadas Villistas. El General fue emboscado en este pueblo el 20 de julio de 1923. Se honra su memoria con presentaciones culturales que involucran conciertos de música, teatro, literatura, exposiciones y el arribo de la Gran Cabalgata Villista.  

 

Los edificios públicos y privados hablan de la importancia que este pueblo tuvo desde su fundación, entre los más importantes está la plaza principal, adornada con la estatua del fundador Don Juan Rangel de Biezma. Los edificios religiosos son la parroquia de San José, la iglesia de la Virgen del Rayo, la catedral de Nuestra Señora de Guadalupe y la iglesia de la Virgen de la Soledad.

 

De las construcciones civiles hay que destacar el Centro de Documentación que alberga el archivo colonial más importante del norte de México; el Teatro Hidalgo, que recibió a las mejores compañías de ópera, danza y teatro; el Palacio Alvarado, hoy convertido en Centro Cultural. La Casa Stallforth / Hotel Hidalgo; edificio adquirido por el General Villa a principios de los años 20.

 

Francisco Villa nació como Doroteo Arango en Durango, y llegó para renacer en Chihuahua. Expresaba que Parral le gustaba hasta para morirse, y en el sitio exacto donde fue emboscado se construyó el Museo Francisco Villa. En la parte más alta de Parral está la estatua de San José y el acceso a los túneles de la mina La Prieta. Expresan los parralenses que la hospitalidad tradicional y la gastronomía local le harán agradecer a la vida el poder disfrutar de al menos un par de días en este rincón tan extraordinario del norte de México. ¡Déjate conquistar por la gente de Parral!

 

Fuente: Forbes México

 

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