42 BOLETÍN DE LA COMISIÓN DE SEGURIDAD SOCIAL, 2023

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EL VALOR DEL TRABAJO ESENCIAL. PERSPECTIVAS SOCIALES Y DEL EMPLEO DEL MUNDO.

  

Segunda Parte. Las condiciones laborales de los trabajadores clave y las problemáticas específicas con las que se enfrentan.

 

Debido a su mayor exposición al virus, las personas trabajadoras clave sufrieron tasas más elevadas de mortalidad por COVID-19 que las no clave. Sin embargo, las tasas no fueron uniformes en todos los grupos profesionales: así, a pesar de que los trabajadores sanitarios mantuvieron un contacto más estrecho con pacientes infectados, sus tasas de mortalidad fueron inferiores a las de los trabajadores del transporte. Además de exponerse a riesgos físicos y biológicos, los trabajadores clave soportan riesgos psicosociales con mayor frecuencia que los demás trabajadores.

 

Durante la pandemia, la incidencia de las agresiones verbales y las amenazas aumentó bruscamente para todos los trabajadores clave, sobre todo en los sectores de la salud, el comercio al por menor y la seguridad. Casi el 12,4 de los trabajadores clave declararon haber sufrido agresiones verbales en el desempeño de su actividad laboral, frente al 8,7 por ciento de los trabajadores no clave.

 

El grado de exposición a enfermedades es aún mayor en el caso de los trabajadores clave, que a menudo desempeñan ocupaciones peligrosas en entornos laborales de alto riesgo y están sujetos a modalidades contractuales asociadas a una menor formación en seguridad y salud, a una supervisión insuficiente y a una mayor tasa de accidentalidad. Algunos países han actualizado sus sistemas de seguridad social para los trabajadores (SST) para adecuarlos a las realidades contemporáneas del mundo laboral, mientras que otros mantienen sistemas de SST de imposición y control que ayudan a abordar un pequeño subconjunto de riesgos en determinados sectores muy peligrosos (como la minería o la aviación), pero que son manifiestamente inadecuados para los retos de seguridad y salud de nuestro tiempo. Otro motivo de preocupación es la discrepancia entre el alcance técnico de la legislación y su cobertura en la práctica. La informalidad significa precisamente que los trabajadores no están comprendidos en el ámbito de aplicación efectiva de la legislación.

 

Los peligros físicos y biológicos, así como los riesgos psicosociales, afectan con mayor frecuencia a los trabajadores clave desde antes de la pandemia. Durante la crisis sanitaria, la incidencia de la violencia verbal y de las amenazas aumentó bruscamente para el conjunto de los trabajadores clave (en mayor proporción que para los trabajadores no clave), sobre todo en el grupo profesional del comercio al por menor. Los trabajadores clave soportaron también mayores riesgos sanitarios durante la pandemia de COVID-19, debido a su presencia física en los lugares de trabajo y al contacto con los clientes. Los más afectados fueron los trabajadores de los servicios de transporte, seguridad y la limpieza, probablemente como resultado de la laxitud de los controles de SST y de un acceso más limitado a la asistencia sanitaria y a las licencias por enfermedad remuneradas en esas ocupaciones.

 

Por mencionar algunos de los riesgos y enfermedades profesionales con mayor incidencia en los trabajadores y sectores clave son los accidentes relacionados con la maquinaria y el equipo en las explotaciones industrializadas, así como la aparición de enfermedades pulmonares, la pérdida de audición provocada por el ruido, las enfermedades cutáneas y los cánceres relacionados con el uso de plaguicidas o la exposición prolongada al sol en la agricultura y la ganadería. En la minería, riesgos para la seguridad y la salud propios del sector, como la inestabilidad geológica, las voladuras, los entornos con temperaturas extremas, la radiación ionizante y los problemas de salud respiratoria, como la pneumoconiosis o enfermedad del pulmón negro. En el sector de la salud, los trabajadores están expuestos de forma rutinaria a materiales infecciosos y padecen trastornos osteomusculares debido a las posturas forzadas que adoptan, sobre todo en el manejo de pacientes; entre otras.

 

Aunado a ello, es importante resaltar que casi uno de cada tres empleados clave tiene un contrato temporal, aunque la proporción varía mucho entre países y sectores.

 

La incidencia del trabajo temporal es mayor en los sistemas alimentarios, donde representa el 46% de los trabajadores del sector a nivel mundial. Ahora bien, el empleo temporal también es muy prevalente en el grupo profesional de la limpieza y saneamiento, así como en las ocupaciones manuales, donde uno de cada tres empleados tiene un contrato temporal. Así pues, muchos trabajadores clave quedan fuera del ámbito de protección de la SST. El trabajo de conductores, limpiadores y personal de los servicios de protección suele estar mediatizado por complejas cadenas de subcontratación que diluyen las responsabilidades jurídicas de los usuarios finales.

 

Por otro lado, es sabido que más del 46 % de los empleados clave de los países de ingresos bajos trabajan jornadas largas, en tanto que una parte sustancial de los trabajadores clave de todo el mundo tienen horarios irregulares o jornadas reducidas.

 

Las jornadas prolongadas son más comunes en el transporte, donde casi el 42% de los trabajadores clave de todo el mundo trabajan más de 48 horas semanales.

 

En promedio, el 29% de los empleados clave están poco remunerados, independientemente del nivel de desarrollo de los países.

 

Los empleados clave ganan un 26% menos que los demás empleados, y solo dos tercios de esta diferencia se explican por el nivel de estudios y la experiencia profesional. En los

sistemas alimentarios, la proporción de empleados clave con baja remuneración alcanza una cota singularmente elevada, del 47%. También es alto el porcentaje de empleados con bajos niveles retributivos en otras ocupaciones clave, como la limpieza y el saneamiento (el 31%). Estos últimos sectores, especialmente en los países de ingresos altos, emplean a una gran proporción de migrantes internacionales.

 

Aunque los niveles de sindicalización y la cobertura de la negociación colectiva son insuficientes para muchos trabajadores, los datos disponibles indican que las tasas de sindicalización en varios sectores clave, como los sistemas alimentarios (el 9%), la limpieza y el saneamiento (el 13%) y el comercio al por menor (el 6%); son significativamente inferiores al promedio tanto en los países desarrollados como en los países en desarrollo.

 

Los asalariados clave perciben una remuneración que, en promedio, es un 26% inferior

a la de los demás empleados. Solo dos tercios de la brecha salarial pueden explicarse por diferencias en el nivel de estudios y la experiencia; ya que, menos del 3% de los trabajadores clave de los países de ingresos bajos y medianos bajos recibieron formación durante los 12 meses anteriores, y la proporción se reduce al 1,3% cuando se trata de trabajadores clave por cuenta propia.

 

Las tasas de sindicación en varios sectores clave son significativamente inferiores al promedio tanto en los países desarrollados como en los países en desarrollo. La sindicación de los trabajadores por cuenta propia, pese a su importancia para abordar las preocupaciones colectivas, sigue siendo baja. Las tasas de sindicación varían enormemente de un país a otro, en parte como reflejo del sistema de relaciones laborales vigente y de la composición sectorial del país. Según datos de la OIT, las condiciones salariales y laborales de más de un tercio de los empleados en 98 países están reguladas por uno o más convenios colectivos. Sin embargo, existe una considerable variación entre países en lo que respecta a la tasa de cobertura de la negociación colectiva, que va desde más del 75% en muchos países europeos y el Uruguay, hasta menos del 25% en aproximadamente la mitad de los países sobre los que se dispone de datos. Esta variación está relacionada con el diseño del sistema de relaciones laborales.

 

Así entonces, los trabajadores clave deben enfrentarse con las diversas modalidades contractuales siendo estas en su mayoría por la vía informal y su formas atípicas de empleo, las largas jornadas laborales y su irregularidad; la baja y mala remuneración tanto económica como social; la falta de protección social; los riesgos sanitarios y para la salud propios del trabajo; las condiciones de trabajo; las escasas condiciones favorables de salud; la falta de formación; las condiciones precarias de seguridad; entre muchas otras.

 

Los trabajadores del sistema alimentario se enfrentan habitualmente a altos niveles de pobreza laboral, soportan riesgos de SST y, en general, están poco cubiertos por la protección laboral y social. Los trabajadores de la salud se enfrentan a importantes retos en materia de SST, incluida la exposición a riesgos psicológicos. Las condiciones laborales en ocupaciones como el trabajo asistencial reflejan la segregación de género de las mujeres, la baja remuneración y las diferencias salariales. La mayoría de los trabajadores clave del comercio minorista en los países en desarrollo son autónomos, la mayorá sin cobertura de protección social. En todo el mundo, muchos de estos trabajadores tienen horarios de trabajo irregulares, mientras que la mitad de este grupo ocupacional en los países de renta media-baja y baja trabajan jornadas largas. Los trabajadores de seguridad se enfrentan a elevados riesgos de violencia y acoso, y más de un tercio trabaja horas excesivas. Corren un mayor riesgo de desarrollar enfermedades físicas y psicológicas como consecuencia de su trabajo.

 

El trabajo en almacenes se ha expandido con el auge del comercio electrónico, pero conlleva salarios comparativamente bajos, una alta prevalencia de contratos temporales y subcontratación, una elevada rotación de trabajadores y escasas perspectivas de formación y promoción profesional. Los trabajadores de la limpieza y el saneamiento se enfrentan habitualmente a la estigmatización. Muchos tienen contratos temporales y son uno de los grupos profesionales peor pagados.

 

Más de tres de cada cinco trabajadores clave del transporte trabajan jornadas largas, lo que contribuye a importantes riesgos para la seguridad y la salud.

 

Por último, es importante destacar que casi el 60% de los trabajadores clave de los países de ingresos bajos y medianos carecen de protección social. En los países de ingresos bajos, la protección social es mínima y solo da cobertura al 17% de los trabajadores clave. El panorama es aún menos esperanzador en el caso de los trabajadores clave por cuenta propia, a los que se priva casi por completo de protección social en la mayoría de los países en desarrollo.

 

Arturo Rangel Bojorges Mendoza

Consejero Suplente ante el H. Consejo Técnico del IMSS.

Información obtenida de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), Perspectivas Sociales y del Empleo en el Mundo, 2023.

 

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