21 BOLETÍN DE LA COMISIÓN DE SALUD

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 ¿Cómo está nuestra salud auditiva?  

 

El oído se compone de tres partes:

 

Oído externo: lo forman el pabellón auricular (aurícula) y el conducto auditivo externo, un estrecho canal que llega hasta el tímpano.

Oído medio: es una pequeña cavidad rellena de aire, en la que se encuentran el tímpano (o membrana timpánica), la cadena de huesecillos auditivos (martillo, yunque y estribo) y la trompa de Eustaquio.

Oído interno: está formado por el aparato del equilibrio (sistema vestibular) y la cóclea. Esta, con forma de caracol, contiene fluido y unas células muy sensibles similares a un vello muy fino (células ciliadas), que no pueden regenerarse en caso de lesión. De la cóclea parte el nervio auditivo, que conecta el oído con el cerebro.

 

La audición es un proceso en el que las ondas sonoras se convierten en señales eléctricas, que luego el nervio auditivo envía del oído al cerebro. El pabellón auditivo recoge e introduce estas ondas sonoras en el conducto auditivo externo, que las redirige al oído medio. Allí, chocan contra el tímpano y se transforman en vibraciones, que los huesecillos del oído medio (martillo, el yunque y el estribo) amplifican y transfieren al oído interno.

En el interior de este, las ondas se convierten en una señal eléctrica, gracias al movimiento de  las células ciliadas de la cóclea y a la acción de ciertas sustancias químicas. Posteriormente, estos impulsos eléctricos se desplazan a través del nervio auditivo hasta el tronco cerebral, que los transmitirá al cerebro, encargado del procesamiento de esa señal. De esta forma, las personas finalmente, los interpretamos y convertimos en sonidos que podemos entender.

 

La presbiacusia, del griego presbys -viejo- y akousis –escuchar, se define como la pérdida progresiva de la capacidad para oír altas frecuencias (empezando por las frecuencias del habla; que oscilan entre los 500 y los 4000 hertzios), debido al deterioro producido en el sistema auditivo generado por la edad, principalmente a nivel del oído interno y de nervio auditivo.

 

La OMS advierte que una de cada 4 personas presentará problemas auditivos en 2050, se informa también de que al menos 700 millones de los afectados necesitarán atención otológica y para mejorar su audición, así como otros servicios de rehabilitación, a menos que tomemos medidas para evitarlo. Además, también pueden afectar a su salud mental y a la posibilidad de que mantengan relaciones con las personas que los rodean.

 

La falta de información precisa y las actitudes estigmatizadoras en torno a las enfermedades del oído y la pérdida auditiva suelen limitar el acceso de las personas a la atención a estas afecciones. En la mayoría de los países, estos servicios no están integrados en el sistema nacional de salud y las personas que presentan enfermedades del oído y pérdida auditiva encuentran dificultades para acceder a ellos. No obstante, la deficiencia más evidente en la capacidad de los sistemas de salud afecta a los recursos humanos, aproximadamente el 78% de los países de ingresos bajos cuentan con menos de un otorrinolaringólogo por cada millón de habitantes; el 93% tiene menos de un audiólogo por cada millón de personas; solo el 17% tiene uno o más logopedas por cada millón, y solo el 50% dispone de, al menos, un maestro para sordos por cada millón de habitantes. De acuerdo con el informe, estas deficiencias se pueden solventar mediante la integración de la atención otológica y de la audición en la atención primaria.

 

En la niñez, casi el 60% de los casos de pérdida de audición se deben a causas que pueden prevenirse mediante medidas como la vacunación para prevenir la rubéola y la meningitis, la mejora de la atención materna y neonatal y la pesquisa y el tratamiento temprano de las enfermedades inflamatorias del oído medio. En los adultos, la limitación de los ruidos, la escucha sin riesgos y la vigilancia de la posible ototoxicidad de los medicamentos, junto con una buena higiene otológica, pueden ayudar a mantener una buena audición y a reducir los riesgos de perderla.

 

La detección es el primer paso para tratar la pérdida auditiva y las enfermedades del oído relacionadas con ella. La pesquisa clínica en momentos convenientes de la vida permite que estas afecciones se detecten en la etapa más temprana posible.

 

Una vez hecho el diagnóstico, es fundamental actuar rápidamente para obtener buenos resultados. La mayoría de las enfermedades del oído se pueden curar con un tratamiento farmacológico o quirúrgico y, en muchos casos, se revierte la tendencia y se recupera audición. Además, cuando la pérdida es irreversible, la rehabilitación permite que las personas afectadas no sufran consecuencias adversas. Las tecnologías auditivas, como los audífonos y los implantes cocleares, si se acompañan de servicios de apoyo y de una terapia de rehabilitación adecuados, son eficaces y rentables y pueden ser ventajosas tanto para los niños como para los adultos, la lengua de signos y otros métodos de sustitución sensorial, como la lectura labiofacial, también son opciones útiles para muchas personas sordas; por otro lado, los servicios y las tecnologías de ayuda a la audición (como el subtitulado y la interpretación en lengua de signos) pueden ampliar aún más el acceso a la comunicación y la educación para las personas con pérdida auditiva.

  

Arturo Rangel Bojorges Mendoza

Consejero Suplente ante el H. Consejo Técnico del IMSS.

Fuente: OMS Comunicado de prensa marzo 2021

 

 

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