20 BOLETÍN DE LA COMISIÓN DE SALUD

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HEPATITIS INFECCIOSA

 

La hepatitis viral es una enfermedad infecciosa que afecta al hígado. Hasta el momento, han sido reconocidos en humanos cinco diferentes virus de la hepatitis: A, B, C, D y E. Los virus de la hepatitis difieren ampliamente en sus formas de transmisión y características clínicas; ya que mientras todos pueden causar hepatitis aguda, sólo el B, D y el C ocasionan hepatitis crónica.

 

Hepatitis A

Es una de las enfermedades más antiguas conocidas por la humanidad. La hepatitis A tiene una distribución universal. La transmisión es a través de la vía fecal-oral y causa inmunidad permanente una vez pasada la infección. La hepatitis A es una infección autolimitante típica de la infancia, aunque se puede contraer en cualquier edad,  favorecida en su propagación por condiciones como el hacinamiento y la falta de higiene. Este virus se excreta abundantemente por las heces y puede sobrevivir en el medio ambiente durante períodos prolongados, de ahí que sea típica la adquisición de la infección por la ingestión de alimentos contaminados como agua, leche, mariscos, etc., ocasionalmente también puede adquirirse mediante contacto sexual de tipo anal-oral.

 

Hepatitis B

La infección es grave, las personas permanecen infectadas crónicamente y se convierten en portadores del virus y mueren por hepatitis crónica activa, cirrosis o hepatocarcinoma causado por el virus. La susceptibilidad a la infección es general, excepto para aquellas personas que han sido vacunadas con éxito y para aquellas otras que tras pasar una hepatitis B se hacen inmunes a la infección. Se reconocen cuatro modos de transmisión: de la madre al niño al nacer, por contacto con una persona infectada, a través del contacto sexual y vía parenteral por exposición a sangre y a otros fluidos corporales infectados.

 

Hepatitis C

La hepatitis C, causada por un virus que en 1989 fue clonado e identificado como responsable de la mayoría de las hepatitis no-A no-B de origen postransfusionales. La Organización Mundial de la Salud  estima que alrededor del 3% de la población mundial ha sido infectada de este virus y que sobre 170 millones de personas son portadores crónicos con riesgo de desarrollar cirrosis y hepatocarcinoma. La hepatitis C normalmente se propaga por vía parenteral a partir de la sangre infectada. La transmisión ocurre principalmente por exposición parenteral a sangre y hemoderivados contaminados, las agujas y las jeringuillas infectadas son los principales vehículos de propagación, sin embargo la transmisión sexual puede ocurrir en grupos de riesgo. La incidencia de la infección a escala global no se conoce bien, tal vez porque la infección aguda es generalmente asintomática. De todas formas esta incidencia ha disminuido desde que la transmisión de la infección a partir de sangre y hemoderivados se ha reducido casi a cero y las precauciones universales se han intensificado en la práctica médica.

 

Hepatitis D

La hepatitis delta o hepatitis D es causada por un virus ARN defectivo que necesita del virus de la hepatitis B para su propia replicación. Se transmite principalmente por vía parenteral mediante el contacto con sangre o productos sanguíneos infectados. La hepatitis delta está presente en todo el mundo y en todos los grupos de edad. La transmisión es similar a la B.

 

Hepatitis E

La hepatitis E, se transmiten por la vía fecal-oral. Se caracteriza por afectar principalmente a adultos jóvenes y por asociarse con un alto índice de mortalidad en mujeres embarazadas. La hepatitis E es fundamentalmente una enfermedad de transmisión hídrica, por lo que la mayoría de los brotes epidémicos se correlacionan con la contaminación fecal del agua y los alimentos.

 

Manifestaciones clínicas de las hepatitis virales

Todos los tipos de hepatitis viral afectan a las células hepáticas. Esto explica que muchos de los signos y síntomas que presentan los diferentes tipos sean similares. Por otra parte y dado que el hígado está involucrado en distintas funciones metabólicas, los pacientes infectados con un virus hepatotropo (afinidad por el hígado), tienden a presentar síntomas generalizados. Conforme avanza la enfermedad aumenta la sensibilidad hepática a consecuencia de la hepatomegalia (aumento del tamaño del hígado) existente y se producen otros síntomas. Los síntomas de las hepatitis virales varían considerablemente de un individuo a otro, incluso cuando es un mismo agente causante el que está implicado, de ahí que sea imposible distinguir entre los diferentes virus hepatotropos basándonos en las manifestaciones clínicas. Las infecciones con los virus hepatotropos pueden dar lugar a un amplio rango de manifestaciones clínicas, desde la infección subclínica, especialmente en niños, a la hepatitis fulminante, aunque por lo general sólo causan enfermedad aguda y auto limitante; existen cuadros anictéricos e ictéricos (tinte amarillo), cuadros inespecíficos gastrointestinales o seudogripales, coluria, hipocolia e ictericia como síntomas principales; en ocasiones pueden existir síntomas inespecíficos como malestar general, cansancio, náuseas y fiebre.

 

El dato que inicialmente lleva al diagnóstico es la alteración de las pruebas de función hepática, con aumento en sangre de los niveles de las bilirrubinas y transaminasas, enzimas que son liberadas a la sangre por la inflamación del hígado, a partir de ahí se complementa con otras pruebas como panel viral e incluso en algunos casos la biopsia hepática. El tratamiento es sintomático y encaminado a evitar complicaciones.

 

 

 

Arturo Rangel Bojorges Mendoza

Consejero Suplente ante el H. Consejo Técnico del IMSS.

Fuente: Enfermedades Infecciosas y Microbiología Clínica, Vol. 40. Núm. 7.

 

 

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